"No se puede solamente escribir libros, es preciso que la vida nos arranque periódicamente del engaño del pensamiento".

Emmanuel Mounier

Los que escriben como hablan, por bien que hablen, escriben muy mal

Georges-Louis Leclerc

Creo, sinceramente, que cuando a un novelista le preguntan qué se propone al empezar a escribir una novela, debe responder: Terminarla cuanto antes

Juan Marsé -Si te dicen que caí­-

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Tuesday, March 15, 2005

Robert C. Meredith y John D. Fitzgerald -Transiciones-

Robert C. Meredith y John D. Fitzgerald

Un error que cometen a menudo los escritores noveles consiste en escribir transiciones muy bruscas; otro, es irse al extremo opuesto y hacer transiciones interminables y demasiado notorias. Hay varias maneras de evitar esos errores:

1. Al escribir a veces es bueno indicar la transición simplemente mediante la presentación tipográfica del texto, dejando doble espacio entre los párrafos.

2. Se puede indicar las transiciones usando frases típicas.
Al hacer transiciones es prácticamente imposible evitar el uso de frases comunes, del tipo Al día siguiente, Pasó un mes, El invierno llegó al pueblo, que pueden ser valiosas cuando están en el lugar correcto.
3. Para no caer en transiciones abruptas, ofréscale al lector un indicio de que se aproxima una. La advertencia de que viene un salto temporal le ayudará al lector a darlo cómodamente.
El error de no anunciar un salto repentino en un cuento puede malograrlo todo. El lector es violentamente arrancado de sus ensueños, debido a una transición imprevista. Pongamos un ejemplo:
Juana dejó a Elena en su apartamento y luego manejó hasta su casa.
Al día siguiente cuando se reunieron para almorzar en Baltimore, Juana notó que Elena no se veía bien.
En un momento el lector está con Juana y Elena en su carro; y de inmediato está almorzando con ellas en el comedor del hotel. Una transición errada, de este tipo, basta para que muchos lectores pierdan el interés. ¿Cómo se puede evitar el fallo?
4. Deje que el lector presienta la transición gracias al diálogo.
Juana detuvo su carro frente al departamento donde vivía Elena.
—No te olvides que almorzamos mañana en Baltimore—le recordó a Elena, antes de dirigirse hacia su casa.
Juana no pudo dejar de advertir que Elena no lucía bien, cuando se reunieron al día siguiente. Frunció el entrecejo mientras el discreto mayordomo las guiaba a través del concurrido pasillo del comedor.
Observe este ejemplo de Somerset Maugham en La esposa del coronel.
-Supongo que será muy aburrido, pero han insistido tanto en ello. Además al día siguiente el editor norteamericano encargado de mi libro dará un cóctel en Claridge. Me gustaría que vengas, si no te importa.
-Parece algo mortalmente aburrido, pero si lo quieres realmente, iré.
-Sería muy cariñoso de tu parte.
George Peregrine quedó deslumbrado por el cóctel.
5. Que el lector presienta la transición, gracias al tono del narrador
He aquí una ilustración de este método, en el caso de nuestras amigas Juana y Elena.
Juana detuvo su carro frente al departamento en que vivía Elena. Después de recordarle su compromiso de almorzar en el Baltimore al día siguiente condujo hasta su casa.
Y aquí otro ejemplo, tomado del cuento Cosas, de D.H. Lawrence:
Sin embargo, Nueva York no era todo Norteamérica; estaba el gran y amplio oeste. De modo que los Melville fueron al oeste, con Peter, pero sin las cosas. Trataron de vivir unas vidas simples, allá en las montañas. Pero hacer sus propias tareas caseras se les volvió casi una pesadilla... Un amigo millonario vino en su rescate ofreciéndoles una cabaña en la costa de California... Alegremente los idealistas se mudaron un poco más al oeste.
6. Al darle al lector indicios de que se acerca una transición déjele también prever el escenario de la próxima escena.
Por lo general la escena cambia no sólo de tiempo sino también de espacio. Como se puede ver en los ejemplos anteriores, el lugar de la siguiente escena es nombrado; y el escritor hará un poco más sutil la transición dando detalles sugestivos que describan el nuevo lugar al que se trasladará luego la acción:
-¿Vamos a ir mañana? ¿En verdad vamos a ir al circo? -preguntó Bill con los ojos más grandes que dos monedas.
-Sí -dijo su padre, bajando la mano afectuosa y acariciándole el cabello castaño y brillante.
Luces que danzan. Las trompetas tronando. Los caballos recorriendo la pista. En lo alto, en lo que parece un vasto y nuevo cielo, trapecistas cogiéndose exactamente a tiempo de la delgada barra de acero. Peter se sentó sin decir una palabra.
Si la intención es captar la emocionada excitación del muchacho, entonces tal uso de la transición tendrá la emoción en pié al sugerirnos la expectativa del muchacho -quizá incluso su sueño de esa noche- y esa sugerencia puede equilibrar cualquier leve dureza que uno sienta en la transición.
Para ejemplificar la transición fallida veamos un pasaje representativo del cuento de uno de nuestros estudiantes:
Frank Smith ordenó a su secretaria que le consiguiera una reservación en el vuelo de las once a Washington y que pusiera un fax al senador Davis avisándole que estaba llegando. Le sorprendía lo que quería el senado, mientras viajaba en un taxi desde su oficina a su departamento. Después de hacer una maleta, tomó un taxi al aeropuerto. Al llegar al aeropuerto de Washington tomó un taxi hacia el Congreso. La secretaria del senador le dijo que éste lo estaba esperando y que pasara adelante.
-Le agradezco que haya venido de una vez -dijo el senador cuando estrechó sus manos.
La razón para tal circunloquio de transición, es que quiere incrementar el suspenso. ¿Pero qué suspenso puede haber en un detalle irrelevante? El lector sólo está interesado en lo que el senador Davis quiere de Frank Smith, y mientras más rápido esté Frank en la oficina del senador, mejor. La transición puede ser más corta y más efectiva con el uso del diálogo:
Frank Smith apretó el intercomunicador de su oficina:
-Señorita Jones, consígame una reservación para el vuelo de las diez a Washington, y avísele al senador Davis que estaré en su oficina a las once en punto.
-Le agradezco que haya venido- dijo el senador Davis cuando Frank entró en su oficina.
Podemos hacer la transición todavía más corta, usando la narración:
Frank Smith le pidió a su secretaria que le consiguiera una reservación en el avión a Washington y avisara al senador Davis que estaría allí a las once en punto.
-Le agradezco que haya venido- le dijo el senador Davis cuando Frank entró en su oficina.
Los estudiantes frecuentemente se entusiasman usando métodos que ya no son muy nuevos pero que todavía se consideran experimentales más que tradicionales. Hemos tenido ocasión de hablar de la técnica de la corriente de la consciencia, que llegó a tener el valor que tiene gracias a escritores como James Joyce y Virginia Woolf. En esa técnica, la asociación verbal tiene un papel importante, mientras más intimas sean las experiencias entrañables del personaje, se mezclarán de maneras a menudo fantásticas, o por lo menos inesperadas, en lugar de las relaciones externas y causales, la sintaxis gramatical, la distinción de tiempos, y las otras formas en las que separamos usualmente las experiencias o las relacionamos unas con otras lógicamente.
El efecto más notorio de la técnica de la corriente de la consciencia consiste en querompe todos los esquemas de la manera común de pensar que usa nuestra mente, y los remplaza por esquemas -si podemos llamarlos así- que son predominantemente subjetivos y particulares de cada individuo. Una de las primeras cosas que se desdibujan mediante esa técnica es la naturaleza lógica de las transiciones —porque la lógica no tiene nada que ver con aquellos saltos, brincos, los repentinos cambios de idea, en las imágenes, el sonido y el ritmo, que traen consigo las significaciones personales.
Por supuesto, es absolutamente innecesario argumentar contra cualquier nuevo aporte a las técnicas, pero pensamos que es oportuno hacer notar que los avances técnicos que realiza un escritor dependen de su propio desarrollo, más que de una experimentación superflua con cambios que alteren la forma y la estructura de todo el campo literario. Aquí los primeros pasos perecerán a menudo torpes, inadecuados, casi pura imitación; una obra original emerge a través de la práctica de la escritura - del talento y la habilidad del escritor. Por cierto no le hará mal al joven escritor intentar la lucidez, la claridad y la simplicidad; descubrirá incluso que tal intento es más difícil de lo que a primera vista parece.

(Traducción Willard Díaz)

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